1.
El juego es un elemento
fundamental para el desarrollo psicológico, motriz y social de las personas y
en especial de los niños y las niñas. Juegan muchos animales, especialmente mamíferos, y los
humanos somos la especie que juega durante más tiempo: en realidad, durante
toda la vida.
2. El lento desarrollo del recién
nacido y su necesidad de cuidados dentro del grupo familiar requiere en los
humanos de una infancia prolongada. Este
largo periodo de inmadurez es una estrategia evolutiva: permite una
capacidad extrema de adaptación y adquirir comportamientos complejos, tanto más
importantes cuanto más impredecible es el mundo que como futuros adultos deben
afrontar. El juego contribuye de una manera
notable a todo ese proceso.
3. El
juego es un modo de relacionarse con la realidad física y social. Para los teóricos del
desarrollo humano, jugar es una actividad fundamental de nuestro funcionamiento
psicológico. El juego es una necesidad
de la infancia y por eso mismo es reconocido como un derecho.
4.
Es fundamental para los niños y
las niñas ser protagonistas de su desarrollo y a ello contribuye
fundamentalmente el juego.
Que les dejen jugar es parte del cuidado que necesitan. Gracias a ello,
construyen las estructuras imprescindibles para el conocimiento (habilidades
físicas, sociales, lenguaje, pensamiento).
5.
¿Qué es juego? Todo lo que
decide la persona que juega.
Una actividad es un juego, si lo es para el que juega. No es necesario enseñar
a jugar: los niños y las niñas juegan cuando tienen un espacio y un tiempo para
ello. Juego es una actividad, “de hacer”[1],
se juega haciendo. Si no se puede jugar, se dificulta el aprendizaje.
6.
En las ciudades actuales no se
puede jugar como necesita la infancia porque no existe suficiente espacio
adecuado para ello,
ni en cantidad ni en calidad. Las ciudades, en muchos casos, se han convertido
en espacios hostiles y peligrosos para el juego. Han ido desapareciendo los
lugares sin urbanizar y se han arreglado “terrenos blandos” y visibles con
juegos uniformes y estandarizados.
7.
El tiempo es el segundo elemento
fundamental para que se pueda jugar. Se abusa con frecuencia del tiempo libre
de los niños,
que en su mayor parte transcurre en sitios privados o semi-privados y se les
pauta a qué dedicarlo. Los deberes, las actividades extraescolares, etc.,
condicionan en gran medida ese bien escaso, que hemos de facilitar para los
niños y las niñas.
8. A lo largo del desarrollo
humano, en todas las culturas se observa
la misma secuencia de desarrollo de los juegos. Se comienza con juegos de
ejercicio (cinco lobitos) y progresivamente se incorporan juegos de interacción
social (taparse/aparecer), de ficción, de guiones, de construcciones y, en una
etapa más compleja, los juegos de reglas. Cuando aparecen éstos (6-7 años) se
establecen las primeras sociedades infantiles, en las que poder actuar juntos y
establecer límites y normas con las que afrontar conflictos. Se aprende que las normas se pueden cambiar
mediante acuerdos. Esto sólo se aprende jugando. El origen de las normas
está en los iguales y la legitimidad está en el acuerdo de la mayoría. Jugando se genera tejido social.
9. El
juego debe ser entendido como una forma de vida de las criaturas y, además, como fórmula para
multiplicar las experiencias naturales y sociales, como medio para ampliar el
conocimiento del entorno y como promotor de la
creatividad. Pero, en gran medida, en la sociedad urbana, queda al margen de la
experiencia. El comportamiento lúdico
escapa con frecuencia del diseño funcional con el que se ordena y se gestiona
el espacio urbano.
10. Constatamos
que los espacios donde hay niños jugando se convierten en espacios seguros, porque su presencia nos hace a
todos mejores como personas. La ciudad
necesita de la infancia, es un parámetro de calidad, genera confianza tener
espacios de encuentro donde se cuida colectivamente a los niños y las niñas.
Porque una ciudad ocupada por niños que juegan en sus calles y plazas es una
ciudad más segura, más alegre y más bella.
11. Y, sin embargo, en el trinomio juego-infancia-ciudad impera
una relación difícil. La ciudad no es lúdica, se ha urbanizado para otros
fines, como la producción y el consumo. El trabajo y el desarrollo económico
son los elementos centrales y el juego no es un bien contable. Se ha
retirado de las calles a la infancia, se les tutela cada vez más en lugares
protegidos y esto dificulta la posibilidad de jugar. Hay que desmantelar esa
idea para poner en el corazón de la urbe a toda la ciudadanía para conseguir
una ciudad alternativa, abierta, inclusiva…
12. Así lo han reconocido las Naciones Unidas y lo
deberían contemplar las diversas instituciones nacionales, regionales y
locales. El juego es un derecho de la infancia; y facilitarlo es obligación
de las familias y de las autoridades públicas. Unas y otras deberían
adquirir conciencia de la necesidad del juego libre. A partir de ahí,
convendría que las familias se desprendieran de ese injustificado miedo a dejar
que las criaturas jueguen solas (no es necesaria tanta vigilancia permanente:
la ciudad no es tan peligrosa como suele creerse) y se liberaran de esa obsesión
tan extendida por las actividades pautadas y por las que conducen a la
preparación para un supuesto mundo futuro del trabajo. Por su parte, las
autoridades públicas, y especialmente los gestores de la ciudad, tienen la
responsabilidad de hacer posible el ejercicio de ese derecho al juego. Sabemos
que esto no es fácil, especialmente en las grandes urbes, pero hay que
intentarlo porque de ello depende la salud de todos.
13. Los Ayuntamientos promueven
espacios de juego, pero la mayoría de las veces son excesivamente
compartimentados y especializados. El
juego se entiende prioritariamente como “deportivizado”. Nos encontramos
con “jaulas de colores” como se argumentó en el debate. Aunque haya niños y
niñas, los espacios públicos no son lugares de juego cuando las criaturas están
siempre controladas por las personas adultas.
14. El
juego lo es si se desarrolla en libertad. Los verdaderos espacios de juego deben permitir interactuar
libremente. La infancia no necesita un espacio exclusivo para el juego; esto es
un invento del adulto, un premio de consolación, cuando le hemos expropiado la
ciudad. Afortunadamente, hay otras formas de ejercer la responsabilidad
municipal.
15. En consecuencia, hay que revisar los criterios de
intervención en los espacios públicos. Además de la seguridad y sus
normativas, se requiere una
planificación integral y transversal del diseño del espacio urbano. Este
espacio debe permitir la mezcla de actividades y personas de todas las edades.
Los espacios de convivencia deben estar próximos a las viviendas y colegios,
recuperándose los espacios cedidos predominantemente a los coches. Hay que
reconquistar un espacio público que facilite el juego infantil y que propicie
la diversidad de usos y usuarios.
16. Toda
esta regeneración de la cuidad debe hacerse con la participación de la ciudadanía,
de la que forma parte también la infancia, cosa que a veces se olvida. Así se han realizado
experiencias que han tenido como consecuencia:
·
ampliación
de aceras,
·
recuperación
de solares para huertos urbanos,
·
espacios
recreativos interbloques,
·
calles
peatonalizadas,
·
más
zonas verdes y más árboles,
·
calles
transformadas en espacios más amables.
En
Madrid, por ejemplo, se deben consolidar programas positivos, exitosos y
favorecedores de lo que venimos proponiendo, como son “Educar para un Madrid más sostenible”, “Madrid a pie, camino seguro al
cole”, “Entornos escolares”, “Agenda
21 Escolar”, etc., dando continuidad a estas experiencias tan
satisfactorias para los usuarios.
17. Los
niños y las niñas son expertos en sus juegos y, como tales, pueden participar
en el diseño de la ciudad. Así
lo hemos constatado en este Encuentro gracias a la participación y la
experiencia del grupo infantil de Carbajosa.
De
estos niños y niñas hemos aprendido la
importancia de lo lúdico como nexo social: como punto básico para la
convivencia e impulsor del sentimiento de pertenencia al municipio. También
hemos aprendido que su implicación en la vida municipal ha hecho que vecinos y
vecinas perciban como normales las propuestas de los más pequeños, y que su
presencia activa y participación en la ciudad no debe responder a una moda
pasajera, sino que forma parte de sus derechos.
Pero, sobre todo, hemos
aprendido:
·
que
“La Ciudad de los Niños de
Carbajosa”, es un proyecto asumido e integrado en el Municipio;
·
que
la motivación y compromiso de la Administración es fundamental en estos
proyectos;
·
y
que también es necesaria la implicación tanto de cargos políticos como de
técnicos del propio Ayuntamiento, además de asociaciones y vecinos.
18. Sin embargo, ejemplos como éste
nos ayudan a constatar que el derecho al
juego continúa siendo una asignatura pendiente. Los Estados no están
cumpliendo con su obligación de facilitarlo, a pesar de haber firmado la
Convención de los Derechos del Niño. Falta la creación de un Plan Integral del
Juego, contemplado desde una perspectiva transversal y dándole una respuesta
global.
19. Esta
escasez de espacios públicos
donde el juego sea posible, junto al
desarrollo tecnológico, han facilitado
que proliferen espacios virtuales que todos visitamos y habitamos. Los
materiales que se usan para el juego han ido cambiando a lo largo del tiempo y
acompañan a su evolución; ahora las pantallas son parte de ese material, pero
el juego, con las características que venimos definiendo, no está en ellas. Es necesaria una reflexión sobre este tema,
lo virtual como espacio de juego.
20. Por
una parte, parece que los videojuegos aportan algunas ventajas; la tecnología es una
herramienta muy útil, una fuente de información: “Muchos videojuegos
representan mundos distintos con reglas diferentes, que nos permiten
experimentar y que trastocan los modelos tradicionales de enseñanza y
aprendizaje. A través de ese juego, de manera experimental, también se aprende”
(Conclusiones VII Encuentro Ciudad de los Niños). Pero por otra, vemos que generan una fácil adicción, que nos hacen
vivir emociones encapsuladas, que son, sobre todo, un espacio de negocio, no
sólo como uso de determinados juegos y sus posibilidades, sino como fomento del
consumismo.
21. Algunos
otros elementos a tener en cuenta cuando hablamos de espacios virtuales de
juego son:
·
La
existencia de una brecha cada vez mayor entre los códigos de comunicación de
los niños y las niñas por una parte y los adultos por otra.
·
Al
igual que las criaturas han de incorporar la cultura básica de los adultos, también
tienen derecho a que los adultos nos esforcemos por compartir los aspectos de
la cultura virtual que ellos manejan. Es importante la comunicación, por lo que
hemos de compartir códigos
·
El
exceso de consumo de videojuegos va ligado a la pérdida de calidad de vida de
la infancia.
·
Es
necesario que los niños las niñas tengan información y aprendan a controlarla
para poder decidir con responsabilidad sobre el uso que hacen de las pantallas.
22. En definitiva, una de las grandes conclusiones de este
Encuentro es que hemos de profundizar mucho más en el debate sobre las ventajas
e inconvenientes de los juegos on-line y su relación con el juego en los
espacios reales.
Por
otra parte, nos ha quedado muy claro que cualquier
lugar puede ser apto para jugar; que es necesario disponer de tiempo realmente libre para el juego; y
que, como también hemos comprobado mediante diversas aproximaciones artísticas
durante el Encuentro (pictóricas, literarias, dramáticas o musicales…), el arte
nos permite abrir ventanas al juego y al conocimiento de la ciudad.
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