19.4.10

Fotografías del VI Encuentro



Por fin hemos podido colocar las fotos del VI Encuentro.
Podéis pinchar en los siguientes enlaces para ver las imágenes
correspondientes al jueves, viernes y sábado, respectivamente.
Una vez desplegadas las fotos del día correspondiente, pinchando sobre una de ellas, aparecerá de tamaño grande.
A continuación, pulsando sobre la flecha derecha, pueden verse todas como una presentación.

Reseña del VI Encuentro en "ESCUELA"


La Revista "ESCUELA" ha publicado, el pasado
15 de abril, una reseña sobre el VI Encuentro.
Puede leerse pinchando sobre este enlace.

10.4.10

CONCLUSIONES DEL VI ENCUENTRO

Como nota previa a la lectura de estas conclusiones, tuvimos un recuerdo emocionado para algunas personas, ya fallecidas, que han colaborado generosamente con nuestro grupo de trabajo y con la idea de la “Ciudad de los Niños”, es decir, con un mundo mejor para todos. Miguel Muñoz, Marta Mata, Enrique Miret Magdalena y Daniel Vigil.
Transcribimos a continuación las conclusiones que leímos en el acto de clausura del Encuentro; incompletas, como es lógico. Repetimos aquí la invitación a todas las personas asistentes para que nos ayuden a completarlas.
1.-  Desde principios del S. XX, se han producido cambios sociales, políticos, económicos, etc., de gran profundidad, cuyas consecuencias se manifiestan con mayor nitidez conforme avanza el tiempo. Algunos ejemplos:
- Los automóviles se han adueñado del espacio urbano en perjuicio de la infancia y de la ciudadanía en general.
- Hemos perdido del control social del territorio. Aunque pertenezcamos a multitud de organizaciones internacionales a través de Internet, ignoramos lo que ocurre en nuestro entorno próximo, nos encerramos en casa y nos olvidamos del barrio.
- El papel de la mujer se ha adaptado a nuevos roles, que se han ido definiendo, a veces con el pretexto de protegerla (“ama de casa”, “exaltación del amor materno”…) pero han contribuido a su enclaustramiento.
- El modelo de familia surgido con la Revolución Industrial ya no existe: hemos de descubrir, aceptar e inventar nuevas relaciones sociales.
- El entorno social se ha ido diluyendo y empobreciendo, lo que ha contribuido a que la infancia vea reducidas sus referencias sobre adultos al ámbito familiar y escolar.
- Si en otros tiempos las amistades infantiles se daban entre los hijos de padres amigos, en la actualidad, las amistades de los adultos se deciden entre los padres y madres de los amigos/as de sus hijos/as.
- Se ha instalado la “cultura del miedo”: miedo al tráfico, a la inseguridad, a lo desconocido... Probablemente orquestada por los medios de comunicación y avalada por el negocio de los productores de medios de seguridad (alarmas, puertas blindadas...).
- La autonomía de la infancia ha descendido, tanto a nivel individual como colectivo.
 2.- La importancia de los cambios descritos se agranda ante la constatación de que no es posible un desarrollo individual al margen social, y a la inversa: se trata de dos procesos complementarios que se condicionan mutuamente.
 El objetivo primordial de cualquier profesional del ámbito social (educador, médico, trabajador social…) debería ser siempre el mismo: que sus semejantes consigan la máxima autonomía.
 Las ciencias sociales, políticas y humanas deberían contribuir a que las diferencias individuales no impidan la convivencia.
3.- Es importante hacer un buen diseño de la ciudad y dotarnos de unas leyes urbanísticas adecuadas, porque los errores que se cometen pueden perdurar muchos años.
La ciudad ha sido hecha siempre por los hombres (varones adultos). Es necesario que la veamos desde “otras miradas”; también, desde la perspectiva de género y generación (mujeres, infancia, mayores...).
En opinión de Muntañola:
-“La arquitectura es un veneno que mata lentamente”.
- “La sabiduría que necesita un arquitecto es la misma que necesita un educador”.
- “La interacción social define los espacios urbanísticos y los espacios urbanísticos definen la interacción social”.
4.- El espacio es una realidad que condiciona la evolución de niños y niñas, pero conviene tomar en cuenta el espacio simbólico, además del físico.
En demasiadas ocasiones la infancia es considerada como un elemento molesto. De ahí una obsesiva urgencia en que dejen de ser niños para pasar a ser adultos, es decir, ser “como nosotros”.
El espacio público se ha convertido en privado; debemos reconquistarlo. Pero el primer elemento de participación y de cambio es el propio territorio de cada persona.
El territorio es necesario para establecer las relaciones. Relaciones que normalmente conllevan conflicto. Y es ahí, en el propio territorio, donde se puede superar ese conflicto.
5.- Los niños actuales pertenecen a la primera generación que no puede moverse libremente por su entorno.
Las calles llenas de gente garantizan la seguridad. Las ciudades con niños en la calle representan una gran oportunidad.
El niño (su presencia o su ausencia) es el indicador por excelencia del medio ambiental en la ciudad.
6.- La obsesión por la seguridad no genera seguridad en los niños ni para los niños.
La seguridad no la da el espacio privado, sino la utilización del espacio público.
Más y más seguridad privada se traduce en menos y menos seguridad pública.
7.- Al desaparecer en las ciudades el entorno social como lugar de relaciones y como elemento educador, la familia y la escuela están sobrecargadas de funciones.
Olvidando la idea de que “para educar a un niño hace falta una tribu entera”, hemos pasado a considerar a la familia como único responsable de la educación. La educación se ha individualizado, el entorno social ha desaparecido: ha disminuido la autonomía.
Es importante dotar a todas las personas en general y sobre todo a la infancia de herramientas para que ellos mismos sean los protagonistas de su propio “proceso de ayuda”.
8.- La sobreprotección de la infancia por los adultos genera dependencia e inmadurez. Los niños y niñas necesitan ser reconocidos; pero no, ser sobreprotegidos.
Hay momentos decisivos en el desarrollo personal en los que es preciso que la infancia quede relativamente fuera de la mirada de los adultos para afianzarse, tomar decisiones, asumir riesgos… es decir, crecer.
Frecuentemente los derechos de la infancia sólo son reconocidos y valorados desde el punto de vista de la protección.
9.- Los adultos no respetamos suficientemente los procesos de desarrollo de la infancia. Seguros de “nuestras soluciones”, nos resistimos a aceptar sus ensayos, sus búsquedas, sus tanteos… No comprendemos que el “error” puede ser una valiosa herramienta para el aprendizaje.
Frecuentemente tenemos “prisa educativa”; queremos que los niños sean adultos antes de tiempo.
Hay que “educar lento”, respetando los procesos de maduración de la infancia.
10.- No es posible dar autonomía a nadie.
Deberíamos reconocer la competencia de la infancia.
Los niños y niñas tienen muchas más capacidades de las que creemos los adultos. Y están dotados de una cierta autonomía, que van desarrollando en su relación con los demás.
Lo que sí podemos hacer es favorecer ese desarrollo, teniendo en cuenta que la autonomía es una realidad global, no divisible en partes.
11.- Al mirar a la infancia desde nuestros parámetros de adultos, tenemos una visión negativa de la misma: incompletos, pasivos, inadaptados…
Confundimos educación con adaptación.
Necesitamos una reflexión profunda de nuestra mirada de la infancia y, para ello, el punto de partida pueden ser algunas ideas que nos han aportado nuestros protagonistas principales, las niñas y los niños, durante su Mesa Redonda:
- Nos han pedido a los adultos que tengamos paciencia y que escuchemos lo que nos dicen, lo que opinan, aunque al principio nos parezcan tonterías.
- Les gusta ir solos al colegio.
- Disfrutan cuando van andando, sobre todo cuando van con sus amigos y compañeros.
- Nos recuerdan que hay gente que exagera y “se pasa un montón” viendo sólo peligros en la calle.
- Nos piden que confiemos en ellos, ya que si los adultos les damos más responsabilidad, son capaces de hacer grandes cosas.